viernes, 29 de octubre de 2010

Exequias de Kirchner

Murió un hombre, y como toda muerte, me provoca tristeza y dolor. Dos chicos jóvenes se quedaron sin padre y su mujer perdió a quién había elegido para acompañarla por el resto de su vida. Pero, más allá de eso, debemos evitar que ésta situación de confusión provocada por la vorágine de los acontecimientos nos haga sacar conclusiones erradas. Tenemos una responsabilidad con nuestros conciudadanos, con nuestros hijos, con la posteridad y por sobre todo con nuestra patria. No debemos soslayar el hecho de que políticamente fue un hombre despiadado, voraz, quien enfrentó innecesariamente a los argentinos y quién, refugiado en la amoralidad, llevó adelante una política nefasta para el país y beneficiosa solo para él y sus allegados. Bécquer decía en sus Rimas, “¡Dios mío, que solos se quedan los muertos!” El aparato peronista conciente de ello, empieza a reacomodarse, como siempre lo ha hecho.

Diego F. Casasbellas Alconada
Abogado
27.667.604

miércoles, 6 de octubre de 2010

Clásica y Moderna

Mi familia vive en el edificio ubicado en la Av. Callao Nº 868 hace ya casi 50 años.
El edificio linda con dos locales, uno de los cuales pertenece al café “literario” que opera bajo el nombre de fantasía “Clásica y Moderna”.
Desde hace casi treinta años que el comercio en cuestión, originalmente dedicado solamente a vender libros, ha incurrido en los rubros gastronómico y musical.
Este local no está, ni estuvo nunca, habilitado para brindar shows musicales en vivo. No obstante esta palmaria limitación, desde hace ya casi veinte años que en dicho espacio se desarrollan actividades musicales bajo esa modalidad. Este reducto de dudosa intelectualidad, tiene una puerta por la cual se comunica con nuestro edificio, a través de la cual, y desandando todo el camino que lleva a la puerta principal del 868 de Callao, sacan la copiosa basura, en cantidades industriales, ensuciando todo el hall y, utilizando está comunicación también, para hacer entrar a los músicos y demás personalidades que lo frecuentan.
Además de escuchar el ampuloso sonido de los shows desde cualquier rincón del edificio, soportar el deletéreo hedor que desprenden las bolsas de residuos que con notable generosidad pululan por los pasillos de Callao 868; ahora, sus dueños, han urdido una nueva maniobra democrática: Con un cono color naranja de considerables dimensiones “reservan” un lugar en la calle, generalmente, en la puerta de Callao 868, para que estacionen algunas estrellas del espectáculo, como la Sra. Susana Rinaldi o la Sra. Amelita Baltar, quienes, dada su popularidad, consideran oportuno apartarse de las normativas viales.
Evidentemente, no solo la luna va rodando por Callao.

Diego F. Casasbellas Alconada
Abogado
27.667.604

jueves, 29 de abril de 2010

Doctrina Peronista

Nuestro país está atravesando una grave situación que es, tanto alarmante como inusitada. La propia definición del segundo adjetivo empleado nos advierte que ésta coyuntura que nos ocupa no tiene ninguna pretensión de originalidad, pese al asombro de ciertos “pensadores” y a la grotesca ingenuidad desplegada por gran parte de los ciudadanos de este país tristemente aletargado.
Parte de la opinión pública y de vastos sectores de la oposición se ocupan denodadamente en comparar y por consiguiente calificar el actuar de este gobierno en particular como fascista, soslayando el hecho fundamental de que la esencia misma, la raíz del partido peronista es autoritaria y despótica.
El gobierno de los Kirchner confunde y tergiversa la idea republicana de gobierno, denuestan profundamente aquel concepto, obsoleto a su entender, de la separación de poderes dentro del estado. La concepción que ellos tienen del poder es profundamente totalitaria, éste se ejerce concentrado y en manos de una misma persona, la concepción republicana del manejo del estado por parte de distintos poderes, estableciendo de esta forma el mecanismo de pesos y contrapesos que mantiene estable y funcionando al sistema democrático, es para ellos una utopía que contradice la raíz autoritaria, inmanente a su esencia dictatorial.
Fue el mismo Perón quien a través de un decreto le dio rango de “Doctrina Nacional” al flamante partido peronista, cambiándole el nombre al original partido laborista, vehículo electoral que utilizó para presentarse a las elecciones presidenciales del 46, secundado en aquella ocasión por el radical Juan Hortensio Quijano.
Esta evidente y grotesca maniobra tendiente a borrar los límites de cada uno de los poderes del estado, demuestra claramente el concepto que Perón tenía sobre el manejo del poder.
La modificación de la figura de desacato a la autoridad, ampliando ostensible y considerablemente las acciones que podían ser susceptibles de considerarse comprendidas dentro de esta figura, convirtió prácticamente a cualquier acto en “desacato a la autoridad” el cual era pasible de ser penado con prisión. Fue el gobierno de Perón quién nutrió profusamente la cárcel de Las Heras y Coronel Díaz, donde Roberto Pettinato ocupaba el cargo de Director de Institutos Penales; de presos políticos, entre los cuales figuraba Balbín quién había cometido el imperdonable crimen de contradecir los postulados peronistas.
La declaración del “Estado de Guerra Interno” donde cualquier ciudadano podía tomar medidas contra quienes consideraba estaban realizando actos contrarios a la doctrina peronista, traía de vuelta, luego de tantos siglos de civilidad, la idea de la justicia personal, ajena a los canales estatales.
El adoctrinamiento se basó en la premisa tristemente recordada, del nacionalsocialismo “amigo-enemigo” esbozada por Carl Schmitt. Los libros escolares enseñaban a los chicos las virtudes del régimen peronista y las cualidades maternales de Evita y, por consiguiente, las paternales de Perón.
Las calles cambiaron de nombre, pudiendo cualquier ciudadano pararse a contemplar la bonanza del país en la esquina porteña de Perón y Perón, donde confluían las calles Juan Domingo Perón con la de Eva Duarte de Perón.
La Provincia de Buenos Aires y la de La Pampa, también cambiaron sus nombres por los del Coronel y su mujer, respectivamente.
En la esfera discursiva, el peronismo usó y abusó de la violencia verbal acicateando a sus adoctrinados, movilizándolos y utilizándolos, fiel al estilo Bonapartista adoptado. Las masas ya no podían ser desdeñadas, debían presentarles a estas la ilusión de que se gobernaba con y para ellas.
En cuanto a la opinión pública, el gobierno de Perón se manejó drásticamente, las publicaciones que no adscribían al régimen eran hostigadas constantemente, llegando, en algunos casos paradigmáticos como con La Vanguardia o La Prensa, a su clausura o apropiación. En este tema en particular, jugó un papel determinante el tristemente célebre Raúl Alejandro Apold, quién aplicaba detallada y concienzudamente la doctrina implementada por Schmitt en relación al “control” de la oposición.
La falta de libertades básicas reinante en esa época fue el común denominador que mantuvo a un país atemorizado, enfrentado, acicateado desde el poder para provocar su división; funcional al gobierno.
La reforma constitucional del 49´, incluyó derechos básicos, denominados de segunda generación, enrolándose así en el llamado constitucionalismo social que países avanzados en ese aspecto habían experimentado treinta años atrás. La reforma que permitió la reelección indefinida, reconoció derechos fundamentales, entre los cuales no se encontraba el derecho a huelga, derecho éste, básico e inherente a la concepción misma de trabajador. Como resultado de esta clara omisión, todos los derechos reconocidos que adquirían de esta forma rango constitucional, perdían operatividad, ya que para su reconocimiento debía llevarse adelante un engorroso y largo proceso judicial, perdiendo, de esta forma, la esencia de la figura de la huelga que es la inmediatez entre el acto considerado lesivo de un derecho reconocido y el remedio jurídico en cuestión para defender el menoscabo sufrido.
Ante esta grosera omisión, todavía en la actualidad se pueden escuchar argumentaciones tan sonsas y pueriles como que el derecho de huelga no se incluyó en la reforma citada por que se considera que es un derecho inherente al hombre el cual no es necesario reconocer. Argumento éste, que contradice no solo la lógica jurídica, sino también la lógica y el razonamiento común. Aquí cabe mencionar a los famosos rompehuelgas de la fundación Eva Perón que se encargaban de “persuadir” a los trabajadores que ejercían esta actividad ilegal y de ponerlos tras las rejas, por violentar al gobierno pero, principalmente, por cometer un delito, ya que dicha forma de manifestación carecía de sustento legal.
No hay gobierno que lleve adelante los postulados peronistas originales con mayor fervor y estrictez que el de los Kirchner. Persecución, confrontación, violencia son rasgos comunes de gobiernos maniqueos que no comprenden que el mundo ya no adscribe a la deletérea lógica del todo o nada, que la realidad es mucho más profunda y compleja de lo que ellos creen. Es en estas personalidades donde se encuentra latente un profundo resentimiento y una honda aversión al sistema democrático y a los postulados republicanos de gobierno.



Diego F. Casasbellas Alconada
Abogado
27.667.604

jueves, 18 de febrero de 2010

Los argentinos y el arquetipo de la sombra

Carl Jung acuñó el concepto de “arquetipo de la sombra”, junto con otras definiciones que abarcan distintos tipos de arquetipos. Jung divide la psique y su relación con el comportamiento individual en tres conceptos primordiales: el Yo, el cual se identifica con la mente consciente, el inconsciente personal, que incluye todo lo que no se encuentra en la mente consciente pero que no está exento de estarlo y el inconsciente colectivo, nuestra herencia psíquica, el reservorio de nuestra experiencia como especie, un inconsciente objetivo con el cual todos nacemos, en contraposición con el inconsciente personal, que guarda la subjetividad propia de cada individuo.
Los arquetipos conforman el contenido del inconsciente colectivo. En la teoría junguiana el arquetipo de la sombra está conformado por instintos e impulsos que devienen de un instinto animal, pre-cultural, en un tiempo donde no éramos conscientes de nosotros mismos. Este arquetipo usualmente es definido como la parte negativa del “Yo”, su lado oscuro. En el inconsciente personal quedan reprimidos impulsos que, con la valoración que cada uno hace de si mismo, resultan contradictorios. El hombre presenta una imagen ante la sociedad, una imagen que desprecia estos sentimientos enterrados en la profundidad del inconsciente, estos impulsos que no encuadran con la idealización que forjamos de nosotros mismos, con la imagen que hemos creado para utilizar en contacto con la sociedad.
Aquí es donde cobra importancia el concepto de proyección, harto utilizado en psicología y receptado posteriormente por el lenguaje vulgar con su consiguiente pérdida de contenido. Según Jung, cada individuo debe afrontar su lado oscuro, conocer a nivel consciente, salvando la obvia redundancia, lo que está sepultado, merced a que no nos enorgullece, en el inconsciente, para poder llevar adelante el proceso de individuación. En palabras del propio Jung, el principio o proceso de individuación consiste en: “Aquel proceso que engendra un individuo psicológico, es decir, una unidad aparte, indivisible, un Todo. Individuación significa llegar a ser un individuo y, en cuanto por individualidad entendemos nuestra peculiaridad más interna, última e incomparable, llegar a ser uno mismo. Por ello se podría traducir individuación por mismación o autorrealización”
El individuo, mientras no reconoce su lado oscuro, mientras no lleva adelante el proceso de individuación, proyecta en el resto de los componentes de la sociedad el contenido de su arquetipo de la sombra. Según Jung, todo lo que no queremos reconocer en nosotros mismos, es proyectado en los demás, los defectos que no queremos llevar a nuestra esfera consciente, son los que encontramos con facilidad en el resto de los individuos.
Gran parte de los males que sufrimos como sociedad están relacionados directamente, son, por consiguiente, producto, del comportamiento de los argentinos como individuos. Resulta muy difícil de entender, para la gran mayoría de los argentinos, como podemos ser depositarios constantes de gobiernos corruptos e incompetentes, destinados siempre a sufrir por causa de estos mismos gobiernos que, claramente, son votados por la mayoría de nuestros conciudadanos. Ésta evidente contradicción psicológica, es producto de no reconocer en cada uno de nosotros, el arquetipo mencionado anteriormente, y, aquí he de establecer una salvedad, es evidente que el arquetipo de la sombra presenta inconfundibles parámetros cuantitativos dependiendo de la constitución moral de cada individuo. Pero, generalmente, los individuos más “oscuros” al poseer un profuso arquetipo como el señalado, proyectan desmesuradamente su inconsciente reprimido en los demás miembros de la sociedad.
Por consiguiente, el argentino, es el principal causante, la causa origen, de los males que padecemos como sociedad, quién proyecta sus miserias en el resto de la sociedad, sin darse cuenta y sin poder llevar al plano consciente lo subrepticio de su inconsciente. Solo de esta forma podemos explicarnos, por lo menos a modo racional, como todos los gobernantes son fustigados arduamente por la gran mayoría de nuestros conciudadanos, como, si no fuese ésta gran mayoría la que los colocó, mediante el voto, en el lugar donde se encuentran. Pareciera ser un ejercicio perverso, macabro, con ciertos rasgos sicóticos, votar a alguien para inmediatamente después denostarlo y convertirlo en blanco de todos los males de nuestro triste destino. Como si no supiésemos, antes del acto electoral, la historia de cada uno de los postulantes, como si, presos de la ingenuidad y el infantilismo, votáramos a alguien a quien conocemos de sobra merced a su vasta actuación política previa, y de golpe nos encontrásemos defraudados moralmente por las actuaciones posteriores a la asunción del candidato en cuestión. Es lamentable ver como hoy día, por ejemplo, todos se asombran por cómo maneja nuestra presidente las riendas de nuestro infausto país, como si ésta mujer o su marido fuesen nóveles figuras en la escena política y no hubiesen tenido pasado alguno. Éste es un ejemplo más del infantilismo que predomina como rasgo de los argentinos, y sobre todo de la falta de coherencia ética y moral que nos caracteriza.
Cabe aclarar, por si el lector no pudo percibir la ironía, que, más allá de encontrar cierta injerencia de las teorías de Jung en el comportamiento de los argentinos, esto, de ninguna forma mitiga o peor aún, justifica el triste desempeño de los argentinos en cuanto a lo que al plano cívico se refiere. Sería liberador pensar que todos nuestros males son causados por un “defecto” sicológico, provocado por no poder reconocer a nivel consciente lo oscuro de nuestro inconsciente. Pero, lamentablemente, el argentino es un ser inefable, quien actúa teniendo en miras solo su propio beneficio, quien desprecia fervientemente todo lo relacionado con el “bien común” y, lamentablemente, no tiene la capacidad intelectual para darse cuenta de que en definitiva, ese voto interesado que realiza, no va a ser fiel a sus intereses, sino, por el contrario, va a ser el causante de sus futuras penurias.
Quizás sea tiempo de que dejemos de buscar la causa de nuestros males y de nuestro triste destino común, en los gobernantes, depositarios ellos de todos nuestros fracasos, y empecemos, y aquí si podemos retomar la teoría de Jung, a conocernos a nosotros mismos y hacer un verdadero análisis introspectivo, para, de esta forma volver a darle importancia a valores fundamentales para la república, como la ética y la moral. Valores que hoy se encuentran perimidos y tristemente depositados en la sinrazón del olvido.

Diego F. Casasbellas Alconada
Abogado
27667604